A medida que pasan los días se antoja más difícil que podamos volver a disfrutar de fútbol amateur y mucho menos, de fútbol base. De hecho, varios países de la UE hace semanas que ya han dado por finalizadas las competiciones de fútbol base, entre ellos el Reino Unido.
Aquí en España, la primera federación en tomar esa iniciativa ha sido la catalana, que ha decretado ya el final de todas las ligas amateur y de base. Las ligas de base son un caso a parte puesto que su carácter eminentemente formativo debería dejar a un lado debates alrededor de las posibles consecuencias competitivas del Covid-19.
Sin embargo, en las ligas amateur, ésta determinación trae una serie de decisiones intrínsecas que no van a dejar indiferente a nadie, ya que al no haberse terminado las competiciones, hay que decidir por decreto quién gana el campeonato, y por lo tanto asciende de categoría, o quién desciende, con la injusticia que supone al haber equipos que según como hubiera transcurrido lo que restaba de temporada podrían haber accedido a plazas de ascenso, o haber escapado de las de descenso. Otra opción que se plantea es la de anular la competición sin ascensos ni descensos, a priori, esta podría parecer la menos perjudicial para todos, aunque no es del todo así.
Hay algunos equipos, pocos, muy pocos, pero algunos, que cuando se interrumpió la competición ya habían conseguido el ascenso matemático, ¿Sería para ellos justo que no hubiera ascensos aduciendo que la competición no se terminó? Ascender sólo a esos equipos sin ningún otro movimiento podría ser una buena opción teniendo en cuenta que son muy pocos los casos en ésta situación y tan solo supondría recargar el grupo correspondiente con un equipo de más. Todo el mundo está mirando a las ligas profesionales, para ellas a buen seguro que se buscaráuna solución efectiva, y está claro que esas ligas son más importantes que las amateur por la función social de entrenamiento que ejercen y por el peso económico y laboral que conllevan.
Pero el fútbol amateur aglutina un peso incalculable en ilusión y pasión desinteresada, por no hablar de la dependencia económica de patrocinadores y de la labor social y educativa en sus categorías inferiores, que bien merece que se tenga muy en cuenta a la hora de tomar decisiones. Esperemos que los dirigentes de nuestra federación sean capaces de encontrar la solución más beneficiosa para todos, o en el peor de los casos, la menos perjudicial.
Artículo de Sergio Farré Robador. Colaborador de Valencia Base